La finalidad y la pertenencia son dos palabras claves dentro del contexto de crear identidades que sean totalmente coherentes. Para encontrarlas, es imperativo entender muy bien el Para qué existo y el Por qué existo. Son estos conceptos y definiciones los que sentarán las bases de una marca sólida y serán las guías del proceso creativo, tanto de la marca como del desarrollo arquitectónico del escenario.
La finalidad nos permite explorar el propósito detrás de cualquier acción o proyecto. La pertenencia se relaciona con las necesidades afectivas que nos conectan como humanos y que crean comunidades con base en los valores y comportamientos, en la afinidad en ideas y conceptos, con los que nos sentimos identificados.
Pero ¿cómo podemos encontrar estos ejes y motores de una identidad bien construida? Un buen diseño de marca realmente se basa en la creación de una conexión con los sentimientos, emociones y percepciones que las personas identifican en ellas, más allá que el desarrollo de sus identificadores, como logos o símbolos.
Las marcas más relevantes son aquellas que realmente se comprometen con sus valores fundamentales.
Estos se vuelven su columna vertebral y se entrelazan con quienes son. En muchos casos las mismas marcas no tienen estos conceptos tan definidos y por esto encuentran tantas dificultades al transmitir su identidad. Un buen trabajo de diseño está al servicio de aclarar esas dudas y lograr transmitir el mensaje correctamente, creando esas narrativas que se ajusten a las marcas y hablen desde adentro, de una forma clara y fácil de entender.
El método más sencillo está en desarrollar con las personas a cargo de las marcas esa búsqueda, que permita a ambos (tanto marcas, como creativos) identificar los mensajes correctos de la misma, resolviendo algunas preguntas clave: ¿Que hacemos? Y ¿como lo hacemos? Son las preguntas más básicas y las que todo negocio debe tener claras. ¿Para quien estamos aquí? nos permite entender quien es nuestra audiencia y hacia que públicos queremos dirigirnos.
Pero en el centro de todas estas preguntas está la más importante y que se vuelve el núcleo de todo el método, encontrar el Por qué, la razón de ser, el propósito central de nuestra propuesta. Y es que esta pregunta encierra la esencia de la marca y su finalidad. Este por qué puede traducirse en un slogan o en líneas breves y concisas que son increíblemente útiles, y se convierten en una guía y un mantra para orientar a las empresas a medida que avanzan.
Con estas herramientas a la mano, encontrar el para que existo y el por qué existo, se forjará una razón de ser realmente sólida que le permitirá a las marcas entender su propósito fundamental. Y entender muy bien este ADN desde adentro nos permitirá que tanto el público interno (los colaboradores), como el externo (los clientes), entiendan claramente los mensajes de la marca, de qué se trata, y puedan enamorarse de la misma, generando esa sensación de apropiación, que con el tiempo se transforme en una comunidad.
Crear una experiencia memorable solo puede lograrse resolviendo primero estas preguntas, encontrando el por qué (la finalidad) y el para qué (que decantarán en pertenencia y en apropiación por parte de quienes las siguen), nos permitirá construir esas marcas fuertes y sólidas, que capturan la atención, y esos escenarios únicos, cargados de personalidad, a los que siempre queremos volver.
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